El santuario de Nuestra Señora de Arrábida es popular entre los marineros y con todos aquellos que viajan por el agua. Se debe sus inicios a un hecho milagroso durante el siglo 16.En algún momento durante este siglo un comerciante Inglés llamado Hildebrand estaba de pie frente a la entrada al río Tague cuando una gran tormenta tomó su nave e inmediatamente le sumió en las peligrosas aguas en la desembocadura del río. El barco estaba en gran peligro y el comerciante, siendo un católico devoto, se arrodilló ante la imagen de Nuestra Señora que siempre mantuvo a bordo de su barco.
Poco después de que comenzó a orar, una luz brillante fue vista brillando a través de la oscuridad y la nave se posó en aguas tranquilas. Cuando se hizo de día, se podía ver que el barco estaba anclado de manera segura a los pies de una montaña boscosa muy empinada.
Hildebrand volvió bajo cubierta a arrodillarse ante la imágen de la Virgen en acción de gracias, cuando se enteró de que la imagen ya no estaba allí. Dedició ir a la montaña en la dirección en que había visto la luz la noche anterior, el comerciante fue en tierra y subió el empinado sendero hasta la cima.
Allí, en lo más alto de la montaña, en medio de los bosques densos, estaba su imagen de la Virgen, ante ka que él había orado en su hora de necesidad. Profundamente conmovido, el comerciante terminó su negocio tan pronto como fué posible en Inglaterra y regresó a Portugal. Regaló sus bienes a los pobres y se instaló en una pequeña ermita en lo alto de la montaña, donde la imagen le había indicado que la Virgen deseaba un santuario a ser.
El santuario está allí hoy, y sigue siendo popular entre todos los que viajan por el agua. Numerosas tablillas votivas rodean la imagen, lo que demuestra milagros obrados por la Virgen de Arabida para los que acuden a ella en necesidad. Los marineros que van en un largo viaje por lo general van para una visita de despedida a la salida y volver a dar gracias cuando regresan.
* De La Mujer en Órbita
